Entrevista a Inge Lehmman
Entrevista a Inge Lehmman
Inge Lehmman |
Bueno días, señora Inge
¿Podemos hablar con usted unos minutos?
De acuerdo. Imagino de lo que
venís a hablar, así que empezad y acabemos rápido.
¿Usted es danesa, como las
galletas, ¿verdad?
Uy, qué simpáticos. Y vosotros
españoles, como la tortilla ¿no?
Para ser nórdica no le falta
sentido del humor. Como sabe, Julio César fue asesinado en la fiesta del
invernadero, y usted estaba presente.
Estaba presente yo y otras muchas
personas. ¿Qué os hace verme a mí como sospechosa de ese asesinato?
No nos meta usted en líos que
nosotros solo obedecemos órdenes, que somos alumnos de CLYM. Sólo queremos
asegurarnos de su inocencia. ¿Habló usted con la víctima el día de autos?
Pues ahora que lo pienso…sí, un
instante muy breve. Estábamos un grupo de varias personas charlando
animadamente y Julio César nos mostró una daga que el llamó “de la
inmortalidad”. Menudo papanatas. Aunque a alguna de las presentes en la
conversación se le iluminaron los ojos en ese momento.
¿A quién se refiere, doña Inge,
a quién se le iluminaron los ojos?
Me refiero a una jovencita de la
que no recuerdo el nombre, pero se me presentó como de la familia Capilote…no,
Copiloto tampoco, ah ya recuerdo: de la familia Capuleto de Verona.
¿Qué opinión tenía usted de
Julio César?
Pues me pareció un pelín
“chulito” con sus batallitas y guerras y veenga repetir una y otra vez la frase
“Alea iacta est”. Jajajaja, no sabía él que su suerte sí que estaba echada
aquel día.
No sea cruel, doña Inge, que
está muerto.
Yo creo que ese fanfarrón se lo
buscó. Anda, que si te asesinan dos veces, no será por casualidad.
Es usted un verdadero
terremoto ¿eh?
Ni os imagináis cuánto sé yo de
terremotos. Hala, mozos, id a dar la murga a otra parte, que una anciana de 104
años no necesita asesinar a nadie. He tenido una vida plena y ahora he visto
que se me sigue reconociendo el trabajo.
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